lunes, 14 de marzo de 2016

La accion que desenfoca tu vision

En toda congregación siempre habrá todo tipo de personas, de hecho tengo la certeza de que cada congregación es diferente por esta razón: los diversos tipos de personas que conforman el cuerpo de Cristo; esto trae diversidad y ayuda a los diferentes propósitos de Dios; los pastores y lideres deben velar por cada una de estas personas, ver que tengan una sano crecimiento en Dios, que se desarrollen y alcancen su diseño (motivo específico por el cual Dios lo creó).
Un factor muy importante en el desarrollo de todo cristiano es el servicio. El comenzar a servir es algo fundamental en la vida del Hijo de Dios, comenzando por el servirnos los unos a los otros en humildad como el mismo Señor Jesús lo dijo:
“Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce discípulos y les dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser el más importante, deberá ocupar el último lugar y ser el servidor de todos los demás.»”(Marcos 9:35)
Si no lo hace ¿cómo llegará el cristiano al cumplimiento de lo que Dios tiene para él? Hoy en día las iglesias tienen un ejército de calienta bancas en lugar de un ejército de discípulos que vayan a sanar y a llevar el amor de Dios a los quebrantados de corazón como El mismo nos lo manda. Esto es una gran verdad la Iglesia debe formar discípulos y servidores, pero hay un punto muy delicado: ¿estos servidores trabajarán para Dios o con Dios?
Muchas veces desviamos nuestro enfoque al servir, nos olvidamos de lo verdaderamente importante, que es El Señor, y nuestra atención se va hacia la tarea que realizamos, comenzamos siendo siervos y terminamos siendo androides, y esa no es la voluntad de Dios. Este tipo de desenfoque lo he visto mucho en mis años de cristiano, lo he visto en mis compañeros ministeriales, ministros de otras congregaciones y por supuesto que lo he vivido yo mismo. Es ese punto en el que la tarea que haces te ciega, te cansa y te seca, cosa que desde luego no viene de Dios, ya que El no te dará nada que te desenfoque de Él, el desenfoque viene de ti y de mi al perder la dirección y la visión.
Debemos recordar que lo que hacemos cuando servimos (barrer la iglesia, predicar, cantar, enseñar, organizar, presidir, arreglar desperfectos, evangelizar, obra social, etc.) es parte de la obra de Dios, no nuestra obra. Este es uno de los problemas más comunes, llegamos a pensar que es “nuestra obra”, “nuestro ministerio”, y ¡claro que no es así!, es la obra de Dios a la que hemos sido invitados a participar por su misericordia. En toda la escritura Dios se revela a sus siervos y luego de un proceso de formación y trasformación profunda en sus vidas, El los invita a participar en su obra, así pasó desde Abram hasta los discípulos, y con nosotros no será diferente, Dios quiere que le sirvas en Su obra, no en la tuya. Acá es donde llega un punto que a veces puede sonar grosero: Dios no quiere lo que tú puedes hacer para El, si es cierto lo que dije, a Dios no le importa lo que puedes hacer para El,  le importas Tu no tus obras o tus esfuerzos, El quiere una relación de amor contigo, que le busques a El, su presencia y lo que El te va a dar y planea para ti (que por supuesto es más grande que cualquier plan que puedas hacer por más creativo que te pongas)  y esto es una verdad bíblica que se expresa en el siguiente pasaje de la palabra:
“Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude! —Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosaspero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.”
Lucas 10:38,41

En esta porción de la biblia el Espíritu Santo registra la historia de Marta y María, dos hermanas que ya conocían a Jesús; llega el Señor a la casa de ambas y hay una noble controversia en cuanto a su visita: una de ellas quiso servirle y la otra estar con Él. Ambas tenían un buen corazón claro está, ambas querían agradar al Señor, pero Dios no se vale de intenciones, y aunque las dos tenían un buen corazón solo una estaba enfocada en lo realmente importante, o sea Cristo mismo.
Dice la palabra que ante la llegada de Jesús Marta escoge servirle mientras María eligió escuchar lo que El decía. ¡Qué revelación mas extraordinaria nos dan estos versículos!, Dios sabía que en nuestra humanidad nos enfocaríamos en lo material, lo que es tangible, lo que hacemos en lugar de fijarnos en El, y El mismo nos lo advierte en esta historia, María tomó la buena decisión que fue “escuchar” lo que Jesús decía, y es que la confusión de Marta es totalmente comprensible, era el maestro el que llegaba a su hogar, Jesús mismo, la revelación del rostro de Dios, no era cualquier persona, y ella quería darle lo mejor (como muchas veces nosotros hemos pretendido hacerlo), yo imagino la clase de atenciones que Marta daba al Señor, debió estar en la cocina preparando algo de beber para refrescarlo, haciendo el platillo que mejor sabía preparar para saciar el hambre del Señor y todo con el mayor respeto y amor, pero hubo un error de interpretación, un cambio de roles en el que “Marta daba a Jesús” cuando en realidad debió ser “Jesús daba a Marta”, este cambio de roles es algo usual en nuestra mentalidad humana limitada y lo podemos entender con este ejemplo: en una construcción la persona que tiene el mando es el arquitecto, ya que él sabe cómo es que debe quedar el edificio en cuestión, el concibió en su mente cada detalle del edificio, cada esquina, ventana y textura, o sea todo; es por eso que el arquitecto se pasea por la construcción en proceso y vigila que todo esté como é sabe que debe estar y cuando ve que algo no está bien ordena su arreglo a algún empleado de la construcción y este lo hace, así funciona y no al revés, ¡los empleados no le dicen al arquitecto como hacer el edificio! Y así es con Dios, El conoce cada detalle, desde el principio hasta el final, y aún así nosotros pretendemos darle recomendaciones e ideas y hacer nuestras obras.
Marta quiso agradar a Jesús con sus obras, quiso darle cuando en realidad ella debía estar lista para recibir como María “Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosaspero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.” Lo necesario era escuchar al maestro, María hizo a un lado todas las distracciones que la desenfocaban del Señor, y en este caso una de las distracciones era el mismo servicio.
En mi experiencia con el ministerio de alabanza y adoración esto sucede mucho, tal vez recibimos una visita especial del espíritu santo en nuestra congregación y todos los músicos nos afanamos por dar nuestro mejor servicio a Dios, para que El no se vaya y le damos las atenciones que nosotros creemos son la mejores, así como Marta se afanó en la cocina nosotros muchas veces nos afanamos con nuestros instrumentos y lo que comienza como una dulce visita de Dios termina como un desentonado concierto bañado de estrés y angustia. Claro está que de estas experiencias hemos aprendido mucho como ministros y la mayor cosa que hemos aprendido es cuando callarnos. No en vano David escribió en el salmo 37: 7 “Guarda silencio ante el Señor y espera en El con paciencia”, nuestros encuentros con Dios no están marcados por lo que le damos a Él, sino por lo que El en su gloria imparte en nosotros.
Por todas estas experiencias en nuestra congregación durante las visitas del Espíritu Santo simplemente decimos “deja lo que estás haciendo y concéntrate en El”, hoy yo te digo lo mismo a ti, ten paz y reposa en el Señor, no dejes que la bendición que Dios te da al invitarte a ser parte de su obra te desenfoque, mantén tus ojos en el dador de la bendición y no en la bendición, te invito a que en tu tiempo de oración y lectura de la palabra te dispongas a escuchar y a enfocarte en lo que Dios te quiere revelar, algo que es único para ti, quita hasta la última gota del yo y disponte a esperar con paciencia como nos dice el salmo 37, que no te pase lo que le pasó a Jacob cuando estaba en betel:
Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.»”
Génesis 28:16

Aneyka Varela

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